DAMAS DE ORIENTE
Grandes viajeras por los países árabes
Libro escrito por Cristina Morató
Cristina Morató periodista, reportera y escritora que es Miembro Fundador de la Sociedad Geográfica Española y Miembro de la Royal Geographical Society de Londres. Ha viajado a más de 40 países en los que ha estudiado sus gentes y sus pueblos.
En los últimos años ha escrito varios libros todos dedicados a mujeres, mujeres exploradores del Oriente y África, reinas famosas de la historia y como el título de su libro deja claro “Divas Rebeldes”.
En su libro Damas de Oriente reúne a algunas de las aventureras y exploradoras más importantes en Oriente Medio. Ya desde inicio del siglo XIIX muchas de estas mujeres se aventuraban solas en algunos casos por territorios totalmente desconocidos no cartografiados aun y que no aparecían en ningún mapa. Lugares con fama por peligrosos al estar controlados por diferentes tribus musulmanas que consideraban a los cristianos como infieles.
Sin embargo esto no amedrentó a esta exploradoras, todas diferentes entre ellas y en su forma de viajar pero todas compartiendo el amor a estas tierras lejanas, exóticas y desconocidas, a sus tribus y sus ruinas aun sin descubrir.
Todas se sintieron atraídas por estos territorios que pertenecían inicialmente en su mayoría al Imperio Otomano tras haber leído alguna novela como las mil y una noches, traducida al inglés por el marido de Isabel Burton, Richard.
Algunas viajaron como consortes de sus maridos mezclándose más o menos con los locales aunque siempre moviéndose en las altas esferas como por ejemplo Lady Mary Wortley Montagu o Isabel Burton. Algunas nunca tendrían éxito en el amor como Freya Stark, Gertrude Bell o Lady Hester Stanhope y otras encontrarían en oriente al amor de sus vidas como la controvertida Lady Jane Digby que se casaría con un beduino con el que compartiría los 25 años más felices de su vida.
Algunas serían muy importantes a la hora de decidir el destino de estos territorios a la caída del Imperio Otomano como Gertrude Bell que escribiría informes de las tribus que aquí habitaban durante la primera guerra mundial y después colaboraría en en trazado de la frontera del actual Iraq. O Freya Stark que colaboró también del lado de los ingleses en la segunda guerra mundial para evitar que los países de oriente se unieran a Hitler.
Algunas de ellas viajaban ligeras de equipaje como Freya Stark y durmiendo en sitios de dudosa calidad, mientras que Gertrude Bell o Lady Jane Digby viajaban por lo general con un pequeño séquito de sirvientes, muleros, cocineros y médicos y alojándose siempre en los mejores hoteles.
El libro te descubre también la vida de Agatha Christie, a medias entre su vida en Inglaterra y en las ruinas de Siria e Iraq en las que su marido Max Mallowan y ella trabajaban durante los inviernos y sirvieron como escenario o inspiración para algunas de sus novelas.

El libro habla de siete mujeres excepcionales por su valentía y por romper esquemas en unos tiempos en los que las mujeres eran vistas como inferiores en la sociedad. Así se lo deja muy claro el Dean de la universidad de Oxford a Gertrude Bell cuando la recibe con este comentario: «Dios os hizo inferiores a nosotros y permaneceréis inferiores hasta el final de los tiempos».
Ellas vivieron la vida que querían ajenas a lo que la sociedad de la época, con unas estrictas normas de moralidad, consideraba correcto. Casi todas abandonarías su vestimentas europeas para vestirse con trajes tradicionales de la zona dónde estuvieran viviendo, mucho más cómodos y apropiados para viajar montadas a caballo cruzando mortíferos desiertos.
Siete nombres algunos de ellos no muy conocidos pero todas ellas con unas vidas apasionantes:
Lady Mary Wortley Montagu (1689–1762)

Se mudó a Estambul cuando nombraron cónsul a su marido. Vivió durante varios años allí mezclándose a diferencia de otras extranjeras en la ciudad con la alta sociedad turca y en ocasiones visitiéndose como una mujer turca, totalmente tapada y yendo a los mercados y bazares para no ser reconocida como extranjera. Es la primera occidental en entrar en los harenes de de las mujeres más influyentes en Turquía los cuales los define como los salones de té de Inglaterra dónde las mujeres chismorrean pero en este caso van todas desnudas, sin en ningún momento criticarse las unas a las otras. Habla de la belleza natural inigualable de las turcas y de todas las joyas y riquezas que tienen. En una época en la que los turcos eran calificados de salvajes en occidente ella nunca los ve como inferiores, al contrario alaba su buen gusto y muchas de sus costumbres. Intenta llevar a Inglaterra la cura de la viruela que aplican en Turquía, pero no consigue que la tomen en serio y en seguida se pierde el remedio hasta más de 50 años después que descubren la vacuna.
Lady Hester Stanhope (1776-1839)

Tras varios años viajando por la zona en 1817 se estableció a vivir en Djoun en el Líbano, en una zona bajo el control de la tribu de los Drusos. Vestía como ellos con ropas de hombre y fumaba en pipa. Fue la primera europea en llegar a las ruinas de Palmira, situadas en medio del desierto controlado por diferentes tribus de beduinos con fama de parar a las caravanas de extranjeros y robarles todo o incluso matarles. Pertenecía a una familia con políticos famosos y de ellos parecía haber heredado las dotes de mando que tenía. No escribió diarios pero tendría largas charlas con su médico, Charles Meyron , que la acompañó durante veintiocho años por todo Oriente próximo y escribió después de su muerte dos libros con sus memorias gracias a los cuales podemos saber sobre las aventuras vividas por esta mujer singular.
Lady Jane Digby 1807–1881

Una de las que más me apasionó leer su historia, porque ella misma debía de ser bastante apasionada.
En abril de 1858 después de una agitada vida en Europa Jane parte a Oriente. Tras varios matrimonios frustrados y amores apasionados y escandalosos a la par encuentra en Damasco su lugar. Viajará a Palmira, siguiendo los pasos de Lady Hester Stanhope. Se casó con un beduino que se divorció de sus dos mujeres anteriores y vivió felizmente 25 años con él. La tribu de su marido la adoraba y le tenían mucho respeto. Ella vestía como los beduinos y llevaba el pelo recogido en dos trenzas que le llegaban hasta el suelo. Veneraba a su marido con el cual pasaba 6 meses en su casa de Damasco y 6 meses nómadas con la tribu y los animales. Una mujer que encontró su logar en la vida nómada del desierto.
Isabel Burton 1831–1896

Esta inglesa católica a los 19 años conoció al explorador Richard Burton y desde ese momento dijo que se casaría con él o seria monja. Tendrían que pasar más de 10 años para que finalmente se casara con Burton. Él fue el primer no musulmán en colarse en la Meca y en visitar Medina. Viajó por África para descubrir el nacimiento del Nilo, entre otras muchas aventuras. Para espanto de su religiosa mujer fue el primero en traducir los libros de Mil y una noches y el Kama Sutra.
Desde su matrimonio Isabel le seguiría a la mayoría de sus destinos como anegada esposa del Cónsul, primero en Brasil, luego en Damasco para acabar en Trieste. En Damasco llegó a ser amiga intima de Lady Jane Digby. A diferencia de Jane, Isabel consideraba a los beduinos como inferiores por lo que no podía llegar a comprender como Jane se había casado con uno de ellos. Siempre luchó por el reconocimiento de su marido en sus aventuras y descubrimientos aunque a la muerte de este se encerró 16 días en su despacho para hacer una criba de los escritos y traducciones de su marido y quemar lo más escandaloso y de contenido sexual, acto que mucha gente le reprobaría después.
Gertrude Bell 1868-1926

Gertrude nació en el seno de una familia acomodada se graduó en historia moderna en Oxford dónde el Dean de la universidad el dijo al recibirla «Dios os hizo inferiores a nosotros y permaneceréis inferiores hasta el final de los tiempos» y algunos profesores la mandaban sentarse de espaldas a ellos. Aun así llegó a ser una de las mujeres más importantes del Imperio Británico de la época. Pronto comenzaría sus viajes por el Medio Oriente donde conoció a los jefes de las tribus más importantes. Sería en Bagdad donde encontraría su lugar y establecería allí su residencia. Conoció a Lawrence de Arabia cuando aun era un joven inexperto de 23 años en una yacimiento arqueológico. Con el inicio de la caída del imperio otomano el gobierno británico le pidió informes y mapas con información de todas las tribus de la zona para intentar de esta forma tener a las tribus del lado de Inglaterra y derrocar el imperio otomano. Lawrence de Arabia reconocería que consiguieron triunfar gracias a toda la información facilitada por Gertrude. Posteriormente participaría también a la hora de delimitar las fronteras del nuevo país que se iba a formar, el actual Iraq. Fue ella junto con Lawrence los que impulsaron el nombramiento del rey Faisal I en Iraq. A pesar de ser una mujer que llegó a alcanzar mucho poder era muy depresiva y en en materia de amor nunca conseguiría casarse o tener un pareja. Hacia el final de su vida sintió que ya había alcanzado todos los méritos de su vida y que ya no era necesaria. Su familia atravesaba muchos problemas económicos. Una mañana apareció muerta por sobredosis de somníferos en su cama a los 57 años. No se sabe bien si fue suicidio o accidente.
Freya Stark 1893-1993

Freya Stark fue la última exploradora. Hija de dos artistas, madre italiana y padre ingles Freya nació en París. Sus padres pronto se separaron y ella junto con su hermana vivirían con su madre en Italia. Tuvo una infancia difícil donde el dinero brilló por su ausencia. Devoradora de libros a los 13 años tuvo un accidente y perdió una oreja y parte del cuero cabelludo y cara de la zona derecha. A los 34 años decidió que tenía que vivir su propia vida y comenzó un viaje para mejorar su árabe y descubrir la tribu de los drusos que vivían entre los valles del Líbano y el sur de Siria. Viajo por la misma zona por la que Lady Hester Stanhope o Lady Jane Digby lo hicieran muchas años atrás.
A partir de ahí no pudo parar, Damasco, Bagdag, dónde asentó su residencia durante algún tiempo, norte de Irán buscando los castillos que sirvieran de cobijo a la banda de los asesinos, Yemen y la ruta del incienso… Todos estos conocimientos sobre Oriente Medio hicieron que Inglaterra le diera un cargo de espía durante la Segunda Guerra Mundial. La compararían con Gertrude Bell aunque a ella no le gustaba. A los 60 años viajó a Turquía que recorrió durante casi 10 años. A los 80 años viajo a descubrir China, la India y Asia Central e Irán. A los 90 la filmaron a lomos de una mula por pasos a más de cinco mil metros en el Himalaya. Murió a los 100 años después de haber escrito más de una docena de libros de sus viajes y se autobiografía.
Agatha Christie 1890-1976

Personaje mucho más conocido que las anteriores pero por sus novelas policíacas más que por su etapa trabajando codo con codo con su marido Max en diferentes ruinas por Siria e Iraq y su amor por estos países. La pareja que tenía 15 años de diferencia pasaba los inviernos en las excavaciones y los veranos en Inglaterra. Agatha nunca dejó de escribir, ni siquiera cuando trabajaba también en las excavaciones. Todo lo que aprendió allí y sus experiencias le inspiraron algunas de sus novelas, como cuando se el tren en el que está viajando a Estambul se queda parado en medio de las vías por la nieve y de ahí nacería la novela de “Asesinato en el Orient Express”.
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Marzo 2019