Una viajera por Asia Central. Lo que queda del mundo

Patricia Almarcegui

    Una viajera por Asia Central. Lo que queda de mundo.

Patricia Alamarcegui es una zaragozana escritora y profesora de Literatura Comparada. Su campo de investigación se centra en la literatura de viajes y el orientalismo. Ha publicado en revistas como Quimera, Jot Down, La revista de Occidente, Altaïr Magazine y es colaboradora en el suplemento cultural del ABC, La Vanguardia y el diario.es.

A lo largo de su vida a viajado y vivido en países como Egipto, Irán, Uzbekistán, Japón, Kirguistán, Sri Lanka…

Según Patricia hoy en día se viaja más pero se lee menos literatura de viajes, los jóvenes viajan mucho pero se van sin libros y sin haberse documentado en ellos. Los destinos están marcados por las agencias low cost. Para ella el viaje cambia el tempo de tu vida y tu propia vida, viajamos para sorprendernos.

En 2005 pasó varias semanas recorriendo Irán y en el 2007 se fue dos meses a Uzbekistán y Kirguistan. En principio pensaba escribir un único libro con los dos viajes, pero en la editorial le recomendaron dividirlo en dos. De esta idea nació “Escuchar Irán” yUna viajera por Asia Central”.

En este último libro, Una viajera por Asia Central, narra su paso por ciudades como Tarkent, Urgench, Bujara, Samarcanda, Fergana, Biskek, Karakol. Nombres de ciudades con poder propio. Como ella dice en el libro “Quien ama el viaje sabe el poder que tienen los nombres. Hay lugares que solo con escucharlos o citarlos la imaginación explota y genera imágenes mágicas y sueños suspendidos. Me pregunto hasta que punto no se eligen los destinos según esos sonidos, como un placer estético que surgiera del corazón. Los rostros de sorpresa que he visto y las interjecciones que he oído cuando citaba destinos que había visitado, Damasco, Estambul, Venecia, Kioto, San Petesburgo o Madrás, son solo comparables a la idea que se tenía antiguamente del viajero que, a la vuelta a casa, era considerado como un mago o un sabio, portador de noticias de mundos insólitos. Samarcanda es uno de esos nombres.”

Patricia hace reflexiones durante su viaje como por ejemplo el lugar que ocupa la improvisación en nuestra vida y lo que perdemos al no dejarnos llevar fuera de lo planeado. Después de haber conocido a otro viajero y haberse despedido de él se da cuenta de que podría haber viajado con él, pero que como no era lo que había planificado en el momento de despedirse no pensó en esa opción. No lo hizo hasta semanas mas tarde cuando dice: “Todavía hoy, con la melancolía que acompaña el recuerdo de las cosas que quedarán siempre por hacer, pienso en cómo habrían sido esas semanas si las hubiéramos pasado juntos….Fijarnos en lo que tenemos delante y no seguir con lo previsto. Viajar para dejar que lo imprevisto ocupe el lugar que le corresponde. No vemos, a pesar del movimiento, la distancia y la dificultad, no vemos.”

Durante el viaje se encuentra a un viajero holandés que va en bicicleta, se fija en él, en sus pequeños detalles que delatan su estado “Salió en mayo de Ámsterdam en bicicleta y espera llegar en septiembre a Pekín. Me fijo en el rictus tenso de su boca y sus ojos rojos: está muy cansado. Coge la bici entre las venas de sus brazos delgados y, sin mediar palabra, continua su camino. Siento un estremecimiento, como si intuyera que no va a volver a Holanda. Si los viajes se dejan para la última etapa de la vida, ya no quedan fuerzas suficientes para hacerlos. Aunque quizás lo emprendió porque sabía que sería su último viaje.”

A veces por mucho que viajamos esperamos que todo sea como en casa, pero no es así y es precisamente por eso por lo que viajamos, para sorprendernos. Cuando llega a Biskek pregunta direcciones para llegar a un museo. Un peatón le indica una dirección. Después de andar unos minutos pregunta otra vez y otro peatón le indica la dirección de la que ella venía. Cuenta como en Samarcanda al preguntar con el plano en la mano como llegar a un sitio se hacía un tumulto de gente todos mirando el plano, sin entenderlo y todos indicando direcciones opuestas para el mismo sitio. Quién haya viajado por ciertos países entenderá de lo que Patricia habla. Y entonces reflexiona: “ La pregunta que asola a una viajera de la época contemporánea es: ¿por qué contestan? ¿Por qué contestan si no saben la respuesta? Qué más da. Cuánto habrá que viajar todavía para darse cuenta de que no hay ninguna razón para que las cosas ocurran como ocurren y que en el viaje no hay que dar nada por supuesto.” Más adelante dice también “Aún creía que podría saber cuándo llegaría a los sitios. Los tiempos del viaje no dependen nunca del viajero.”

Habla del miedo durante el viaje. Se encuentra a un grupo de cooperantes de la Cruz Roja que están aprovechando unos días de vacaciones para conocer el país. Una chica del grupo le pregunta que si no tiene miedo, Patricia pregunta que de qué, y ella le dice que de viajar sola, del país, de sus gentes. Patricia contesta un no rotundo y piensa para sus adentros “Porque miedo, lo que se dice miedo, solo tengo a veces. Cuando es de noche y las calles de la ciudad están vacías. Y eso me ocurre tanto en Occidente como en Oriente. El espacio público nunca ha sido algo seguro y tranquilo, menos aún igualitario para el hombre y la mujer.”

Un libro muy bien narrado, con una altísimo calidad literaria que te transporta a todos esos destinos con nombres de sueño y a los paisajes del fin del mundo. Un libro que te hace reflexionar sobre algunas realidades del viaje y de la vida. Uno de esos libros que te enganchan y te transportan al viaje que la escritora vivió.

“¿En cuántas escenas hemos sido felices?¿Qué lejos hemos tenido que marcharnos para vivir un instante como si fuera la primera o la única vez?…. Qué lejos había tenido que ir para ver un lugar y una comida como aquellas. Sin embargo, la escena era bien sencilla.”

    Una viajera por Asia Central. Lo que queda de mundo.

Otros libros de Patricia Almarcegui:

 

Alí Bey y los viajeros europeos a Oriente

Los viajes de Marco Polo

El sentido del viaje

El pintor y la viajera

Escuchar Irán

La memoria del cuerpo

Marzo 2018

 

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4 thoughts on “Una viajera por Asia Central. Lo que queda del mundo

  1. Israel Gutierrez

    i lees viajas, si viajas, lees. Puedes leer mientras viajas, llevando un libro o puedes viajar mientras lees, a lugares tantas veces descritos en mágicas historias, imprevisibles. No hay como la sensación de sentirte extranjero en un lugar o en un libro que no conoces y a través del cual vas avanzando.

    1. Maria

      Alguien dijo que cuando lees puedes vivir muchas vidas diferentes, y que razón tenía!. Nada como leer acerca de otros sitios y nada como visitarlos (antes o después)

  2. Gerardo

    Vaya que sorpresa, qué mujer tan valiente y tan aventurera. Además de Zaragoza. Tienen muy buena pinta sus libros. ¿Ahora se sabe por donde anda?

    1. Maria

      Debe ser que las mañas son muy valientes! Poco dice internet de su paradero actual, ojala que esté viajando para luego escribir otro libro!

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