LO QUE APRENDÍ VIAJANDO

Que irse de viaje te abre la mente, te hace más tolerante y te cura de xenofobias es algo que creo que todos sabemos.

Que viajando aprendemos muchas cosas, geografía, política, idiomas… tampoco lo debemos olvidar.

Pero viajar es mucho más que eso. El año pasado durante siete meses estuve viajando sola por el Medio Oriente y el Caucaso. Siete meses increíbles dónde aprendí no pocas cosas. Entre ellas hubo tres que se repitieron y brillaron de manera especial: Que no sabemos dar y recibir, que las sociedades que más tienen son en general las más egoístas e individualistas y por último que menos es más, que la felicidad está en las cosas sencillas.

Punto por punto…

NO SABEMOS DAR Y RECIBIR

Y me dirás, si, yo si que se! Pero no, en general no sabemos. En general cuando nos dan nos sentimos en la obligación de dar a cambio, es lo que nuestra sociedad individualista nos enseña. No me negarás que la mayoría de las veces que nos ofrecen altruistamente algo no lo aceptamos, por no tener esa obligación de dar de vuelta, porque nos han educado así, a ser individuos autosuficientes y no coger o pedir cosas de los demás.

En Turquía me alojé con una chica de couchsurfing que tenía con frecuencia a gente en su casa. Cuando estábamos a punto de salir por la mañana de su casa me ofreció una galleta de chocolate y yo dije que no. Dije que no porque iba con la mochila grande, me tenía que calzar en la puerta e iba con toda la ropa de invierno porque fuera hacía mucho frío pero dentro era muy agobiante tanta ropa. Así que dije que no porque no me vi capaz de sostener una galleta mientras me calzaba y colocaba bien la mochila agobiada por el calor de dentro. La chica me dijo divertida “no entiendo porque cada vez que ofrezco algo a un europeo me dice que no”. Me dio un poco de vergüenza y bastante que pensar su reflexión.

Cena en Abjasia
Cenando en Abjasia con una familia que nos invitó. Nosotros llevamos parte de comida y bebida y ellos nos ofrecieron mucho más. Perdón por la calidad, mi móvil sufrió varios percances y no llevaba la cámara.

Nos olvidamos que cuando alguien da es porque quiere dar. Porque a lo mejor no habláis el mismo idioma, pero ese trozo de manzana que te están ofreciendo en una parada que hace el bus en Armenia vale mas que mil palabras. Porque esa mujer que no te deja que te sientes en el suelo del bus sino que se apretuja y te deja medio asiento para que te sientes en él cuando el bus sin aire acondicionado está como a mil grados en pleno verano jordano es un gesto de altruismo máximo. Ninguna de las dos está esperando nada a cambio. La de la manzana no quiere un trozo de tu naranja a cambio y la que te ofrece medio sitio no quiere cobrarte billete por ello…. solo ofrecen y comparten contigo lo que tienen. Y lo hacen porque quieren, para de alguna manera entablar una “relación” contigo a pesar de las diferencias de cultura y lenguaje. A veces nos olvidamos que lo compartido sabe siempre mejor, qué como digo yo, compartir es vivir.

Con mis amigas del otro telesilla
Con mis amigas del otro telesilla

Y por eso pienso que no sabemos dar y recibir, porque lo vemos como una obligación para con esa persona. Y no es así, debemos aprender a dar y recibir, a compartir, en un concepto más amplio. Si tú das quizás no recibas de esa persona, pero recibirás de otros. Si tú sabes recibir humildemente, sin obligación, al final te saldrá de dentro el dar y compartir lo que tienes, igual que hicieron antes contigo. Ese es el verdadero sentido de dar y recibir que no nos enseñan, el de compartir desinteresadamente. Porque como dicen en Turquía ese çay (té) compartido vale por 10 años de amistad.

Este tema me lleva directito al siguiente…

LAS SOCIEDADES QUE MÁS TIENEN SON LAS MÁS EGOISTAS

Le ofrecerías un trozo de tu merienda a un extranjero que viaja en tu bus? Te apretarías en un bus a mil grados en pleno verano para que otra chica se sentara a tu lado aunque eso significara que tu ibas a ir muy incómoda? Ofrecerías comida y alojamiento dos noches en tu casa de montaña a dos extranjeros que van a acampar el la zona de acampada cercana un día frío y húmedo? Recogerías a alguien que hace autoestop a pesar de tener que ir apretujado en el coche por haberle recogido y además te pondrías su mochila sobre tus piernas para que el autoestopista fuera más cómodo? Pararías tu coche en el que viajas con tu familia para preguntarle a dos viajeras que parecen perdidas si puedes ayudarlas y después las llevarías en el coche a pesar de ir todos apretujados, les comprarías fruta y cena y las dejarías en un buen sitio para que siguieran su ruta en autoestop?

Se sincero contigo mismo, en la mayoría de los casos la respuesta va a ser un no. Y es así porque o bien no lo harías ni atado porque no conoces a esas personas o bien no lo harías porque en nuestra sociedad parece raro cuando intentas ayudar a un desconocido, vas a parecer que eres un loco que quiere algo más.

Y si lo piensas es taaan triste! En estas sociedades modernas e individualistas se educa para que cada uno se resuelva sus problemas. Seguramente ante esas mismas situaciones todos responderíamos con pensamientos como estos…

A ese viajero que hace autoestop… que se pague un billete de bus. A las chicas perdidas… ya preguntarán si tienen problemas. A la chica que no tiene sitio dónde sentarse en el bus… yo llegue antes y tengo derecho a mi asiento, que se fastidie y vaya de pie o se siente en el suelo. A los campistas… mala suerte, que apechuguen con el tiempo que hace que ellos decidieron ir de camping.

Y sin embargo todos nosotros tenemos muchos más recursos que toda la gente que me ayudó durante mi viaje, quiero decir, que tenemos mucho más que compartir y mucho más para ayudar…

 Para subir a la cima del monte Khustup en Armenia  hay que hacer noche en una aldea intermedia, dónde no vive nadie en invierno. Un pastor que subía a la aldea nos llevó en coche y nos dio todo lo que tenía, bebida, comida y cama. 

¿Dónde y cuándo perdimos ese espíritu generoso? Parece que cuanto más tenemos, cuanto más ricos somos nosotros y las sociedades dónde vivimos más egoístas y desconfiados nos volvemos. No queremos compartir porque nos volvemos sociedades super individualistas, dónde cada uno se debe solucionar sus problemas y dónde parece que más dinero, más cosas, más comodidades, nos dará más felicidad, ¿no?

MENOS ES MÁS, LA FELICIDAD ESTÁ EN LAS COSAS SENCILLAS

Siempre pensamos que más es mejor y nos dará más felicidad. Más dinero, más ropa, un coche más grande, una casa más grande, más, más, más. Pero la realidad es que he vivido mis momentos más felices viajando con poco dinero, teniendo en mi mochila cuatro mudas para cambiarme, durmiendo en hostels baratos en habitaciones compartidas y usando medios de transporte públicos. ¿Seré yo rara?.

Mochila para siete meses de viaje
Esto es más o menos los que me llevé para el viaje de 7 meses (más el portátil que no sale en la foto). Una mochila para 7 meses que vale para toda la vida. No se necesita mucho para ser feliz.

Pues va a ser que no, que hay muchos estudios que demuestran que más dinero no da más felicidad. Que tan pronto como tengas tus necesidades básicas (comida y techo donde dormir) cubiertas, más dinero no te hará más feliz.

Yo por mi cuenta extrapolo el estudio y te digo que mientras tengas ropa para ponerte ese día, tener un armario lleno hasta los topes no te dará más felicidad y lo mismo con los otros ejemplos. Quizás te de una felicidad momentánea y falsa, pero no una felicidad de la buena, de la que se queda contigo.

Durmiendo en el desierto de Wadi Rum
Durmiendo sobre la arena del desierto de Wadi Rum en Jordania. La habitación más lujosa que he tenido en toda mi vida con un techo lleno de estrellas!

Y si es así, porqué seguimos trabajando incontables horas en empresas que la mayoría de las veces nos explotan para ganar más dinero? No nos damos cuenta de lo contraproducente que es además. Más trabajo para ganar más dinero y comprar más cosas y más grandes solo hará que tengamos menos tiempo libre del que verdaderamente disfrutar y probablemente más problemas de salud derivados de ello para el mismo grado de felicidad. Y sin embargo mucha gente aun sigue ahí, en la espiral del más es mejor.

Y… si más dinero no nos dará más felicidad, qué es lo que nos la puede dar? Eso ya lo dejo para que cada uno se responda.

BONUS TRACK

Por último y como bonus otra perogrullada de la que me he dado cuenta viajando es que la vida es lo que ocurre aquí y ahora, en este mismo instante que estás leyendo este post. La vida no son solo los destinos a los que vamos cuando viajamos o cuando alcanzamos una de nuestras metas o proyectos. La vida en su gran mayoría es el camino o el proceso hasta llegar allí. Así que tengámoslo en cuenta para disfrutar de todos y cada uno de los momentos y tratemos de perseguir metas y destinos que nos hagan felices también durante el camino. Hagamos más de lo que nos hace felices!

Hagamos más de lo que nos hace felices!
Hagamos más de lo que nos hace felices!

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Febrero 2019

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